Santa Gema Recibe los Estigmas | |||||
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Gema, ahora en perfecta salud, había deseado siempre ser consagrada monja, pero esto no iba a ser así. Dios tenía otros planes para ella. El 8 de junio de 1988, después de recibir la Comunión, Nuestro Señor dejó a su servidora saber que aquella misma noche le regalaría con una extraordinaria gracia. Gema fue a casa y rezó.
Ella cayó en extasis y sintió un enorme remordimiento por
pecar. La bendita Virgen María, a quien Santa Gema era tremendamente
devota, se le apareció y le habló: Mi
hijo Jesús te ama más allá de la medida, y desea
darte una gracia: yo seré una madre para ti. ¿Serás
tú una verdadera hija? Así es como Santa Gema
relata cómo recibió los estigmas: En ese momento Jesús
apareció con todas sus heridas abiertas, pero de estas heridas
ya no salía sangre, sino flamas. En un instante estas flamas me
tocaron las manos, los pies y el corazón. Sentí como si
estuviera muriendo, y habría caído al suelo de no haberme
sostenido mi madre en alto, mientras todo el tiempo yo permanecía
bajo su manto. Tuve que permanecer varias horas en esa posición.
Finalmente ella me besó en la frente y desapareció, y yo
me encontré arrodillada. Yo aún sentía un gran dolor
en las manos, los pies y el corazón. Me levanté para ir
a la cama, y me di cuenta de que la sangre estaba brotando de aquellas
partes donde yo sentía el dolor. Me las cubrí tan bien como
pude, y entonces, ayudada por mi Angel, fui capaz de ir a la cama...
Muchas gentes, incluyendo los respetados eclesiásticos de la Iglesia,
fueron testigos de este milagro de los estigmas, los cuales recurrieron
durante la mayor parte del resto de su vida. Un testigo declaró:
La sangre salía (de Santa Gema) de sus heridas en gran abundancia.
Cuando ella se levantaba, fluía al suelo, y cuando estaba en cama
no sólo mojaba las sábanas, sino que saturaba el colchón
entero. Yo medí algunos de estos arrollos o estanques de sangre,
y eran de entre veinte y veinticinco pulgadas de largo y más o
menos dos pulgadas de ancho.
Como San Francisco de Asís y recientemente el Padre Pío, Gema también puede decir: Nemo nihi molestus sit. Ego enim stigmanta Dimini Jesu in corpore meo porto. Ningún hombre me dañe, puesto que llevo las marcas de Nuestro Señor en el cuerpo. |