El diario de Gema quemado por el diablo

Fotografía real de la autobiograhia de Gema que fue quemado por el demonio (sostenido por el P. Ioannes Zubiani, Roma, Italia).

Bajo obediencia, se le ordenó a Gema que escribiera un diario con el propósito de dar al Padre Germán, su director espiritual, conocimiento de veinte y un años de su vida antes de que se conocieran. Mientras lo escribía, tenía que batallar continuamente con su reluctancia a hablar de sí misma. Esta autobiografía/diario era odiado por Satán, ya que preveía el gran bien que podría hacer a las almas.

El P. Germán en su libro La vida de Sta Gema Calgani, escribe: "Satán estaba rabioso con él y usaba toda clase de tretas para deshacerse de él. Tengo que relatar aquí lo que parece increíble, pero que es un hecho real e histórico en el que no hay lugar para la imaginación... El manuscrito de Gema, ya terminado, le fue entregado por orden mía a la madre adoptiva de Gema, la señora Cecilia Giannini, quien lo guardó escondido en una cómoda esperando la primera oportunidad para serme entregado. Pasaron algunos días y Gema pensó que había visto al demonio pasar a través de la ventana del cuarto donde la cómoda estaba, riéndose, y después desapareciendo en el aire. Acostumbrada como estaba a tales apariciones, no le dio importancia. Pero él, habiendo regresado poco después de molestarla, como pasaba frecuentemente, con tentaciones repulsivas y habiendo fracasado con ellas, se fue rechinando los dientes y declarando exultantemente: "Guerra, guerra, tu libro está en mis manos".

Entonces ella, Gema, me escribió para decírmelo. Y debido a la obediencia bajo la que se encontraba hacia su vigilante benefactora, Cecilia Giannini, para decirle cualquier cosa extraordinaria que le pasara, pensó que estaba obligada a decirle lo que había ocurrido. Fueron, abrieron la cómoda y encontraron que el libro ya no estaba ahí. Me escribieron de inmediato, y es fácil imaginar mi consternación por haber perdido tal tesoro. ¿Qué tenía que hacerse? Pensé mucho en esto, y justo entonces, mientras estaba en la tumba del bandito Gabriel de los Dolores, una idea fresca me vino a la cabeza. Resolví exorcizar al demonio y entonces forzarlo a regresar el manuscrito si realmente él lo había tomado. Con mi estola ritual y agua bendita fui a la tumba del bendito Siervo de Dios y ahí, a pesar de estar cerca de cuatrocientas millas de Lucca, pronuncié los exorcismosde forma regular. Dios secundó ministerio, y a esa misma hora, el escrito fue regresado a su lugar del que había sido tomado varios días antes, pero ¡en qué estado! Las páginas, de principio a fin, estaban todas ennegrecidas de humo y en partes quemadas como si cada una hubiera sido separadamente expuestas a un fuego intenso, pero no tan quemadas como para destruir la escritura. Este documento, habiendo pasado por el fuego del infierno, está en mis manos. Es un verdadero tesoro, como ya he dicho, de contenido importantísimo que, de haber sido destruido, nunca hubiera llegado a conocerse".