Gema practricaba una
mortificación heróica. En cuanto a su sentido del
gusto, nada la inducía a la satisfacción de éste.
Nadie sabía qué comidas le gustaban. La familia Giannini
tenía que presionarla para que tomara de lo que había
en la mesa, pues de otra manera ella se privaba incluso de lo que
era absolutamente necesario. Para ocultar su mortificación
usaba tácticas tales como pretender llevarse la comida a
la boca mientras sus manos se movían, pero nada le entraba
en la boca. Llegó a tanto como pensar en hacer un pequeño
agujero en su cuchqara para que el caldo se escurriera antes de
llevárselo a los labios. Gema hacía esto porque sabía
bien el dicho de que si no controlas tus pasiones, ellas te controlarán
a ti.
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